Recuerdo que paseando un día con Pmr7 por la ciudad vieja, cuando todavía se estaba recuperando de su “arrechucho” –y aprovechamos para decir….ÁNIMO PELAYO!!!- que lo mantenía apartado de las pistas, pasamos por la puerta de La Catedral y al escuchar el repicar de los sticks, los bolazos contra la valla, las frenadas...va el tío y me suelta “joder macho, todavía me sigo poniendo cachondo cuando escucho hockey”. Y es que el hockey tiene unos sonidos muy característicos, y tod@s los que somos unos apasionados del hockey patines nos ha pasado eso más de una vez, ponernos cachondos digo, con los sonidos del hockey se digo…
No nos cansaremos de repetir que el hockey patines es el mejor deporte del mundo, estimula los sentidos: te entra por la vista desde luego, por el tacto, aunque este sentido se potenciaba más con las normas antiguas; por el olor off course, no hay más que olerse las manos al sacarse los guantes…por el gusto, porque da gustito, y como no por el oído.
Bueno, pues aunque tantas y tantas veces hemos sido embaucados por tan melodiosos sonidos cual Simbad con las malvadas sirenas, nunca nos habíamos parado a analizar todo lo que se escucha en una pista de hockey; pero hete aquí que llega la gran María Varela y, después de prometernos que nos pedirá nuestro pronóstico en la próxima timba, nos regala un original artículo sobre los sonidos en una pista de hockey patines. A cada uno le sonara a una cosa, pero seguro que todos sentimos algo muy parecido a lo que sintió Pmr7 al pasar por La Catedral cuando lo escuchamos…
En la facultad una profesora nos propuso una vez un ejercicio que consistía en intentar describir el barrio en el que vivíamos a través de los olores. El otro día, mientras estaba en el Palacio de Riazor en el Liceo-Tordera, tuve una de esas asociaciones raras y vertiginosas de ideas que me llevó hasta aquel momento. No es porque el partido fuera aburrido, ya teníamos a los de la Peña Juan José para animarlo, pero decidí cerrar los ojos y hacer una prueba. No para concentrarme en los olores, sino en los ruidos (qué casualidad, precisamente esa profesora también me asignó “el ruido” como tema del trabajo de fin de curso). Cada deporte tiene sus sonidos característicos. Son inconfundibles, por ejemplo, los del baloncesto, con el chirriar de las zapatillas sobre el parqué. Y también es cien por cien reconocible el “¡¡¡¡frrrrrrrrr puuuuuuum!!!!”. Si pasas por un pabellón y lo escuchas desde fuera es que ahí se está jugando a hockey sobre patines.
Por un lado están los patines, ellos solos capaces de una sinfonía melódica. El grito de las ruedas al frenar (sí, el hockey es un deporte en el que se frena con las ruedas y se acelera con los frenos) fue lo que más me llamó la atención al principio. El primer partido al que asistí hasta me daba pena la superficie de la pista y me hacía daño a los oídos. Pensé que nunca me iba a acostumbrar a eso pero hoy prácticamente me pasan desapercibidos. Suenan a derrapaje, como si un coche estuviera practicando trompos, pero también a unos limpiaparabrisas oxidados. Después están los frenos. Eso ya depende de la habilidad de cada jugador. Algunos los hacen sonar como cascos de caballos al trotar, otros como zapatos de tacón de la más codiciada modelo. Pero yo, sin duda, me quedo con el siseo de las ruedas al deslizarse, un sonido relajante que puede recordar o bien a unas maracas o a una serpiente cascabel.
La combinación entre sick, bolas y vallas también da para una orquesta. La madera choca y crear su música particular. Cuando golpea la bola es un ruido seco, como un cachete en la cacha. Cuando la frustración estrella el stick contra las vallas, es un relámpago, porque queda un rato su sonido en el ambiente. Un disparo es a lo que me recuerda el impacto de la bola contra estas. En este apartado entra la portería. La bola choca contra su metal como haciendo la prueba del cristal de bohemia, muy diferente cuando es el portero, con su casco, el que se interpone en la trayectoria del proyectil, que es más como una fruta espachurrada al caerse contra el suelo.
Pero supongo que todo esto es muy personal. Y a vosotros… ¿a qué os suena el hockey sobre patines?
Un fuerte stickazo!!!
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