domingo, 31 de octubre de 2021

¿Por qué era tan bueno Vicente Torres? Por su hermano pequeño.

 “Espero que este escrito haga olvidar todos los anteriores”


La mayoría de la gente conocéis al Vicente, Vicen, Vince, o como queráis llamarlo, de los últimos años, de los últimos 10, máximo 15 o 20 años. Pero hay un Vicente de 62 años y los que tenemos la suerte de conocerlo desde el paleolítico sabemos realmente quién es Vicente Torres, Vicente, Vicen, Vince o el Tío Vicente.

A mí me vais a permitir quedarme con el Tío Vicente, con mi hermano. Todos tenemos mil anécdotas con nuestros hermanos, pero os aseguro que ninguna llega al nivel de diversión de las que yo he vivido con él. Bueno, sí. Las que vivió con sus hermanos Rafa, Santi, Iñaki y Ana; las que vivió con su querido Tito Frontenla, las que vivió con sus hijos y con sus sobrinos, las de Alberto Carneiro o muchos otros que se me quedan en el tintero de los clásicos, de los básicos, de los del fondo de armario.


Tuve la suerte de conocerlo hace 51 años por gracia de mis padres. Pero tuve la suerte de disfrutarlo con conocimiento de causa desde muy pequeño ya que yo era “su hermano pequeño”. Y hermano pequeño solo hay uno. Siempre me consintió todo, me enseñó muchas cosas, me hizo sufrir y disfrutar como nadie, me vienen a la cabeza tantos recuerdos que se me irán yendo según los vaya escribiendo. Son intimidades entre él y yo, pero me encanta, y necesito, abrirme en canal para ser consciente de lo que yo he vivido con él, gracias a él y por él.

QUE BONITA LA VIDA


Caballo Loco

Pocos sabrán que significa eso. Éramos, los dos, muy jóvenes y yo iba a Palomar 22 a pasar horas y días con ellos, con Vicen y Cris. Íbamos en el “Dosca”, o en el 127 o cuando llegó el sumun sería un Ronda. Nos apasionaban los coches. Él me inculcó esta pasión por el automovilismo, por los coches sin más. Pasar en su casa tiempo significaba tener que asumir cuatro cosas: se bebía KAS, había revistas de coches del estilo de las clásicas Motor16 o Autopista, se veían siempre las últimas películas que habían salido en los vídeos de alquiler, mejor dicho, en el Video Club Coruña y lo mejor: hablar por la radio de radioaficionado. No decíamos nada, pero era un momento genial poder estar comunicado con el mundo. 40 años después entiendo todo el entramado HockeyGlobal. Ir a dormir a su casa era muy divertido y ejercía de Vicente Torres sr. cuando tocaba, aunque nadie se lo creyese: nunca olvidaré el día que me enseñó su truco para meterme la camisa por dentro del pantalón, hoy en día seguimos haciéndolo como en el 80. Íbamos a ver todos los rallys y lo pasábamos de carallo. Llevábamos, ahí empezó su afición, la cámara de video de mi padre que era un trasto del estilo del tamaño de las cámaras profesionales de hoy en día, pero en cinta VHS. Nunca se nos olvidará el accidente de Germán Castrillón por dos motivos: primero porque el instinto nos hizo movernos un minuto antes del accidente del sitio donde estábamos y librar un buen susto seguro y segundo porque la grabación de “soy Pablo Torres, criador de canarios y este es mi campeón” fue épica. Sí, le dio un ataque de risa de los suyos.


La mayoría de los que leéis estas letras conocéis al Vicente de los últimos años. Empresario de éxito que dedicó parte de sus últimos años a “devolverle a la sociedad una parte de la que esta le ha dado a él”. Se ha preocupado por el patinaje en general y por el hockey en particular. Se ha preocupado por la gente que tenía necesidades y se ha preocupado por intentar hacer el bien a todo aquél que pudiese necesitarlo.

Pero hubo un Vicente antes que este Vicente que todos conocéis ahora. El Vicente que tuvo que luchar en la vida desde los 18 años como un cabrón, que probó como nadie la amargura en momentos en los que no estás preparado para probarlos. Siempre decimos que la vida viene sin manual, pero a mi él me ha dejado su propio manual. Siempre le dije que era una inspiración de cómo superar las situaciones de la vida. No nos parecíamos en casi nada, tampoco físicamente a pesar de que la vida nos regaló una relación especial a partir de aquella noche de 2014. Poca gente sabe qué pasó los días previos a esa noche, pero lo cierto es que sin hablarlo quedamos unidos de una manera especial para siempre, tanto que empezamos a parecernos físicamente.

No voy a hablar de su generosidad ya que todo el mundo la conocía, pero sí de la que tuvo conmigo. Me quiso siempre como su hermano pequeño, me protegió y ayudo siempre que pudo hasta el último día que nos vimos y estoy seguro de que, igual que Rafa, ahora me ayudará de otra manera a sobreponerme al momento personal que estoy pasando. Tuve la suerte de poder hacer muchas cosas por él en la vida, todas de las que estoy terriblemente orgulloso. De haber estado con él en muchos de sus momentos complicados, incluso muchos que ni él mismo sabe y no tiene ni tenía que saber. Pero en eso constaba nuestra relación, somos hermanos y aunque soy el pequeño a veces he tenido la suerte de poder decirle algo, hacer algo, aconsejarle algo, que le ha podido ayudar algo en la vida.

Un día me invitó a ir a ver una Feria de esas que él se buscaba de disculpa para ir a Barcelona. Cogimos el avión a las 7 de la mañana en Santiago con la antigua Clickair. Según despegamos empecé a encontrarme mal y le dije que me iba adelante a un sitio que había en el pasillo. Según llegué perdí el conocimiento. En seguida me atendieron los auxiliares de vuelo y un médico residente de traumatología que había en el avión. Lo más divertido era escuchar al bueno de Tito Frontenla unas 10 filas atrás diciendo: “el gordo de la ventana es su hermano”, y Vicente, aprensivo donde los haya, se escondía como si con él no fuese la cosa, muy típico de él. A cambio, muy preocupado, mandó a la mierda la feria y sacó enseguida unos billetes de vuelta para Coruña en el mismo día.

Recuerdo especialmente aquella conversación en las gradas de Órdenes cuando analizamos cómo y qué hacer. Salió el proyecto Cerceda, salió el proyecto Federación y alguno otro que había por ahí previsto. Me encantó que los últimos años de Cerceda me dejases participar tan activamente en ese proyecto, desde hacer bocatas y servir cervezas en el bar hasta gestionar económica y socialmente el club, buscar recursos, dedicarle horas de aprendizaje a esta mierda que tanto nos gustaba y nadie disfrutaba como nosotros. La etapa de la Federación solo se vio truncada por mi cambio de vida, pero lo pasamos de carallo construyendo el futuro. El otro día recordaba con Oscar cómo nos fuimos a Lugo a su almacén para diseñar el futuro digital de la FGP cuando estábamos con los pdf´s y que tanto nos criticaron.

Al igual que a Rafa, que a papá, ahora a ti te recordaré cada día de mi vida. Recordaré cada día de los 18.000 anteriores, recordaré la tensión con que me hacías vivir, la mala hostia a la que me ponías cuando tenía que hacer un asado que me tenía que tomar un trankimazin; recordaré que cuando yo iba tu habías vuelto 3 veces en la vida. Recordaré por cada momento que has pasado y he compartido contigo. Ahora estarás montando algo con Rafa, con papá, con Tito, con Adriansito, con todos. Habrás revolucionado el tema ahí arriba según has llegado. Y no creo que montes nada de hockey por el momento, no. Te faltan tus motores para montarlo: Tito y David.


Cada vez que oiga la palabra Tenerife me acordaré de las partidas de ping – pong con David, los baños de los primos en aquella piscina, de las comidas en Lapalapa, me acordaré de ir a reservar las sombrillas de la playa para poder echarnos nuestras matutinas siestas, me acordaré de Raquel, Pablete y Raquelita siempre con una sonrisa esperando a ver por donde salías. Te quedaron muchas cosas por hacer, pero cada una de las que has hecho las has hecho a tope, sin dejarte nada.


Gracias por dejarme haber sido parte de tu vida. Si algo pude hacer, ya me quedo tranquilo. No te echaré de menos porque estarás presente cada día. Igual que quedamos unidos desde aquel fatídico 1 de febrero y hemos hecho lo que había que hacer, a partir de ahora seguiremos con el legado, solo que en vez de dos serán cuatro porque yo seguiré siendo el Tío Pablo, tu hermano pequeño.



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