María Varela decía que este deporte le había permitido hablar con Campeones del Mundo, con Campeones de Liga, con Campeones de... A mi también. Uno de ellos, uno de los más laureados y con mayor sentido de la amistad y profesionalidad que he conocido, es Ramón Canalda. Ramón fue el que nos comentó la posibilidad de hacer esta sección de partidos míticos cuando tomando un café recordó la final de la Copa CERS de 2000. Cuando empezó a recordarla todavía el pecho se le hacía más grande, el pitillo dejaba de existir y se centraba solamente en el partidazo de vuelta en el Palacio. Aquí nos cuenta la historia, su historia, su vivencia de ese magnífico día. De todas formas la anécdota más divertida del partido creo que no se ha atrevido a ponerla porque Ramón es una persona tremendamente discreta que nunca dice nada más allá de lo que quiere decir y por eso en este artículo la omite, por si comprometía a alguien. Nosotros nos saltamos a la torera su discreción y la contamos ya que nos parece de lo más divertido que hemos oído nunca: el caso es que estaban en el calentamiento antes del partido y a un jugador portugués (los nombres los omitiremos) se le escapó la bola a la cancha en la que estaba calentando el Liceo. El caso es que cuando pasó junto a un mítico jugador liceísta, este le "dejó un recuerdo" y le dijo... "esto sin haber empezado el partido, imagínate lo que os espera en cuanto comience..." Así es normal que en la primera parte sólo tirasen tres veces a portería y las tres desde su campo...
¿Cuándo volverán estos días al Palacio? Gracias Ramón por contarnos este impresionante partido y por seguir fiel a tu estilo.
Realmente cuando entras en el vestuario después de haber perdido 7 a 4 en la ida de una final de copa CERS te invade una sensación de decepción y de responsabilidad pareja.
Decepción porque sabes que no has dado lo que te tenías que haber dado y que en momentos vitales para una eliminatoria a doble partido no has estado a la altura. Por otro lado sabes que en siete días tienes ocasión de redimirte en tu casa, con tu gente y con un plus de motivación tal que aunque eres consciente de la dificultad de la empresa, sabes que este equipo no es la primera vez que remonta tres goles y gana una competición europea.
La semana después de perder en Barcelos se palpaba la tensión hasta en los entrenamientos, hasta cuando te cambiabas en el vestuario, donde antes siempre había un chiste o cualquier situación jocosa, ahora solo había caras serias y pocas palabras. Creo que todos los que integrábamos esa plantilla durante esa semana vivimos única y para el partido que teníamos el siguiente sábado, a las 6, en el Palacio de los Deporte de Riazor.
La presión de la gente en la calle, los medios de comunicación, distintos actos en centros comerciales para animar a la gente a acudir al palacio desembocó en más de 6.000 personas que abarrotaron nuestro pabellón.
Recuerdo entrar una hora y media antes en la pista y ver la multitud de pancartas, banderas que ya colgaban en las gradas, el ambiente de la gente que estaba acabando de poner las vallas publicitarias en el campo y comentar con mis compañeros que aquello no se podía perder. Subir las escaleras que van al vestuario y notar esa sensación que , gracias a Dios , sólo se puede describir cuando uno ha jugado este tipo de partidos y que hace que focalices de una manera brutal todos tus pensamientos hacia un solo objetivo: ganar una final europea.
Jugábamos con la importante baja de Miguel Ángel Sánchez, jugador vital para nosotros y más a la hora de tener que remontar, pero como en este tipo de ocasiones el equipo dio un plus que compensó cualquier baja.
Era tal la tensión en la pista que anulamos al equipo portugués, donde destacaban entre otros los hermanos Bertolucci, Roberto Crudelli, Sergio Silva o el portero Silva. Puedo recordar perfectamente que sólo llegaron a portería 3 veces en los primeros 25 minutos y que éstos fueron un monólogo del Liceo, pero sólo ganábamos 1 a 0. Quedaban 2 goles para empatar y ahí es donde te asaltan las dudas, en ese vestuario en la media parte, cuando ves que estás donde querías estar, pero que aún queda mucho y que cualquier error puede hacer que pierdas una final.
La segunda parte fue igual que la primera con la salvedad que con el dos a cero, el palacio se convirtió en algo increíble, nos chillábamos los unos a los otros a la hora de defender y ni nos escuchábamos. Por otra parte los portugueses con el 3 a cero claudicaron, porque era tal el torbellino de juego y ocasiones que creábamos que cuando quisieron despertar ya llevaban 5 goles.
Las sensaciones cuando ganas un título y más en estas circunstancias son indescriptibles, los múltiples abrazos, la euforia, los agradecimientos, etc... Pero sobre todo hay algo que sobresale por encima de ello, el orgullo de formar parte de un equipo profesional y consciente de sus responsabilidades y también, porqué no, el aportar tu granito de arena a la consolidación de un deporte allá donde vives.
Muchas gracias Ramón y un fuerte stickazo a todos!!!